miércoles, 23 de junio de 2010

SECO ESTUDIO SOBRE LOS HIJOS



LOS HIJOS DUERMEN

Los hijos, amor incondicional, sonrisa que se reconoce, gesto en el sueño que es el gesto de uno . Mi mejor noche es cuando los veo dormir juntos nuevamente y los escucho respirar como la mejor de las músicas. Esa noche mágica cada tanto, que están los dos en casa, disfruto, disfruto.

LOS HIJOS Y EL TEMOR

El temor, el de la madre, a no ser suficiente. Nos mueve ese temor desde el parto, vamos contra él a toda máquina, surcando días de pañales y mamaderas, primeros cuadernos y caras sucias, amigos adolescentes chillones y primeros amores. Nos mueve y nos alienta. Nos mantiene vivas, nos mide y nos empuja. El amor o el temor, o ambos, porque es casi lo mismo.

LOS HIJOS Y EL DOLOR

Como evitarlo, como sacarlos del mundo para evitarles el dolor, no se puede, imposible. ¿Quién dijo que es parte de la vida?, que venga el dios del trueque y me haga canje, cambiaría un décimo del dolor de ellos por un millón de dolores para mí. Que venga, acá estoy, dispuesta. Si fuera posible, hay, si lo fuera, si lo fuera…

LOS HIJOS Y EL DESCUBRIMIENTO

En tus pupilas hijo, lo nuevo.

En tu sonrisa hijo, lo que nunca viste. Yo te contemplo extasiada, viendo cómo lames la vida y te llenas de gozo. El tuyo que, sin vos saberlo, se hace mío y es un regalo pleno, completo, el mejor del mundo.

UNO MELANCOLICO Y EL OTRO MAGICO

Uno melancólico, piensa, cree cambiar al mundo. Y sigue pensando.

El otro, igual de bello pero más directo, le ríe al mundo su carcajada, lo deslumbra y me deslumbra.

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