Hay días de esos
...Ponele onda , dicen los amigos
Y uno le pone, y arranca en subida.
tomo mate con música de fondo, respiro el sol un toque.
Me cambio, pañuelo al cuello, aros al tono... y rojos.
el rojo te levanta, decía Susana, y nunca sin aros, también decía.
Y yo a Susana le hago caso.
y aparezco a trabajar a pura roja energía antes de hora, no me puedo dar el lujo de que se me acabe la subida...
LLamo por teléfono, arreglo algunas cosas ¿imprescindibles?
Electricista, lavarropas, ordeno mi oficina antes que nadie llegue.
Porque sé, que seguro que al rato estoy bajando y me detendrá el pánico.
La bajada nunca me gustó, ese pozo en el estómago y el vértigo de ver que todo va en sentido contrario. Es buena metáfora la del sube y baja, me doy cuenta. Para ser sincera , de chica nunca me gustó subirme a uno en la plaza. Analicemos eso, diría mi psicóloga, pienso.
Pero volvamos a los hechos.
Soporto la bajada con estoicismo,trago saliva, declaro conjuntivitis alérgica y me banco el rato de tristeza que me toca haciendo como si nada.
Ponele onda...,me repito, y arranco con la próxima subida. Elijo mi nueva pared verde, tan alegremente verde que exorcizaría cualquier pesimismo (salvo el mío) y hago mate mientras trabajo, me río un poco para no perder el ritmo, casi como si fueran abdominales-odio los abdominales- y siento de nuevo que me toca la próxima caída.
Tomo aire, me meto en mi oficina bajo pretexto de terminar algunas cuentas pendientes.Y pienso.
Basta, me digo, esto no es vida, decido por fin llamarte por teléfono.