miércoles, 17 de marzo de 2010

TRAMPA


Y si, hice trampa a los 8 años. Era el cumpleaños de María José Larraburu.
María José Larraburu era una chica pálida, con cara triste y sin amigos . No hablaba con nadie, era misteriosa y seria. No era en realidad amiga mía, pero terminé en su cumpleaños debido a que su tía había sido compañera de escuela de mi mamá.
Los cumpleaños de María José Larraburu eran raros, bizarros, un grupo de chicas del colegio que sabíamos perfectamente que la festejada no era amiga de nadie, pero estábamos ahí por distintas razones. No fui a muchos de esos cumpleaños y con los años María José se cambio de escuela y le perdí el rastro.
Pero este cumpleaños en particular dejo una marca en mi vida. Como eran cumpleaños difíciles de llevar debido al carácter inhóspito de la festejada, la madre y la tía de María José organizaban una parafernalia de juegos, magos, regalos y rifas para que el cumpleaños tuviera sus atractivos y por lo tanto asistentes, entre las que me encontraba yo, al margen de mi compromiso familiar.
El que voy a narrar fue el de cuarto grado, donde sin desmerecer los manjares y entretenimientos, el momento culminante era una rifa con un montón de muñecas y artículos varios para niñas, pero el premio mayor, para mi completa alegría, era un libro. Si me parece que lo estoy viendo, ahí paradito, entre juguetes de plástico de escaso valor para mi, una niña ya lectora voraz a esa edad.
“Los Hollister van al circo” tapa dura, el número 5 de una colección de 33 libros de los Hollister. Y lo sé porque mi abuelo me completó luego la colección, mes a mes, a partir de éste, rifado en el cumpleaños.
Éramos muchas, yo apretaba mi número celeste entre las manos tratando de no abollarlo demasiado pero sin poder contener la emoción de ganarme el primer premio.
El cumpleaños pasaba, la rifa era al final de la fiesta. En un cruce con la tía en la cocina, me saluda, pregunta por mi mamá y me dice así como al pasar “¿a vos que número te tocó?” El dieciocho le digo, sin sospechar, en mi inocente corazón de 8 años lo que iba a acontecer más tarde.
Al comenzar la rifa la mamá y la tía se pararon frente a los sillones y comenzaron a sacar los números ganadores. Cada pulsera o muñequita que me perdía, eran para mí una aproximación a la posibilidad de ganar ese libro tan deseado. El corazón me saltaba adentro, y abollaba el número en el bolsillo de mi vestido.
Cuando llega el momento del primer premio, la tía de María José, con cara de nada dice _“¡dieciocho! ¿Quien tiene el 18? “
Yo estaba atónita, el libro era mío. ¿Cómo había hecho para sacar de la bolsa justo mi número? Me levante como flotando, me dieron el libro, lo abrace, me reí como loca, ni siquiera me daba cuenta de lo que había pasado, mis inocentes 8 años me dejaban fuera de la complicidad. Hice trampa, mejor dicho, acepte la trampa sin siquiera darme cuenta.
Para mí era una rifa cualquiera, con los años , cuando conocí otras cosas me di cuenta que ese libro tomo 5, el primero de mi colección, había llegado a mis manos en forma ilícita. Pero eso a quién le importa ahora. ¿Cierto?

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