Nunca me asustaron los fantasmas, ellos andan por ahí, sin molestar, yo lo sé desde que era chica. Dicen que los niños y los animales los sienten, no así los adultos, yo debo tener algo de animal tal vez, obviamente ya no soy una niña, porque aunque no podría explicarlo con palabras, tengo la certeza que andan rondando mis pasos.
Y digo que no me asusto porque al fin de cuentas son personas como nosotros que vaya a saber porque razón siguen por acá haciendo alguna cosa que les debe haber quedado pendiente.
A mí siempre me gusto pensar que son mis familiares, gente querida que anda cerca por el solo hecho de acompañarme y cuidarme. Y me gustaría aclarar también que para mí ellos son los verdaderos ángeles de la guarda, esos, a los que me hacían rezarles de niña de memoria.
Dudas no tengo, que las tenga cualquiera, no me importa, quizás el que me escuche me crea un poco loca, o mitómana, o vaya a saber.
Yo ya estoy tan acostumbrada a sentir su leve paso , que ya ni me sorprendo ni dejo de hacer lo que estoy haciendo. Ahí andan me digo, como si fuera el perro o el gato de la casa. Creo que debe ser eso lo que les gusta de vivir conmigo, ni me molestan ni yo a ellos. Lo cierto es que conviven conmigo con total libertad de mi parte. Leí por ahí que pueden manifestarse con olores de ese alguien conocido que ya no está, y que nadie me diga que nunca tuvo un sueño tan vivido con alguien querido y perdido que cuando despertó supo, sin dudarlo que eso poco tenía de sueño y que si tenía todo de mensaje.
Mis fantasmas me acompañan con la respuesta justa, el alerta a tiempo y esa sensación indescriptible de no estar sola ni siquiera en los peores momentos. Hay noches en que me despierto abrazada por un sueño, mañanas que recuerdo con tanta claridad una conversación supuestamente soñada y algunos días, pocos para ser sincera, que se huele a pipa entre la enredadera de mi patio, y esos días aprovecho y les pido que no se les ocurra abandonarme a mi suerte.
Y digo que no me asusto porque al fin de cuentas son personas como nosotros que vaya a saber porque razón siguen por acá haciendo alguna cosa que les debe haber quedado pendiente.
A mí siempre me gusto pensar que son mis familiares, gente querida que anda cerca por el solo hecho de acompañarme y cuidarme. Y me gustaría aclarar también que para mí ellos son los verdaderos ángeles de la guarda, esos, a los que me hacían rezarles de niña de memoria.
Dudas no tengo, que las tenga cualquiera, no me importa, quizás el que me escuche me crea un poco loca, o mitómana, o vaya a saber.
Yo ya estoy tan acostumbrada a sentir su leve paso , que ya ni me sorprendo ni dejo de hacer lo que estoy haciendo. Ahí andan me digo, como si fuera el perro o el gato de la casa. Creo que debe ser eso lo que les gusta de vivir conmigo, ni me molestan ni yo a ellos. Lo cierto es que conviven conmigo con total libertad de mi parte. Leí por ahí que pueden manifestarse con olores de ese alguien conocido que ya no está, y que nadie me diga que nunca tuvo un sueño tan vivido con alguien querido y perdido que cuando despertó supo, sin dudarlo que eso poco tenía de sueño y que si tenía todo de mensaje.
Mis fantasmas me acompañan con la respuesta justa, el alerta a tiempo y esa sensación indescriptible de no estar sola ni siquiera en los peores momentos. Hay noches en que me despierto abrazada por un sueño, mañanas que recuerdo con tanta claridad una conversación supuestamente soñada y algunos días, pocos para ser sincera, que se huele a pipa entre la enredadera de mi patio, y esos días aprovecho y les pido que no se les ocurra abandonarme a mi suerte.